Salvando las distancias, voy a utilizar lo que está pasando con el programa La Noria de Telecinco para ilustrar la dinámica de los mercados y acercarlos un poco a la ciudadanía pues, sin saberlo a veces, también somos parte de ellos en mayor o menor medida.
Supongamos que La Noria fuese un país cuya producción (PIB) se mide en campañas publicitarias. Cuanto más atractivo es el programa, más gente lo ve y más anunciantes tiene. Así crece su economía.
Los anunciantes (inversores) no necesariamente ven el programa, lo eligen sin saber el contenido (como a muchos otros programas similares) porque les atraen sus datos de audiencia: sólo se fijan en los números a secas. Lo que les interesa es que mucha gente esté sentada frente a la tele cuando ellos pongan su publicidad.
Los clientes de esos anunciantes son los compradores de sus productos, es decir: los mercados.
Algunos ven el programa (son parte de la audiencia), y otros no.
El país La Noria crece de manera continuada y con el tiempo todo vale para hacer crecer la audiencia. Así, el programa podrá vender más y más publicidad. Pero, llega un momento en el que el "todo vale" se convierte en una escalada de morbo que culmina con la pérdida de los principios y la ética.
Es en ese momento cuando saltan las alarmas, no antes, y todo porque se descubre que el contenido de La Noria desagrada a los mercados, incluso a los que no ven el programa, y se dan cuenta de que invertir publicitariamente en él puede ser arriesgado para la imagen y las ventas de los anunciantes.
Los anunciantes presionados por los mercados reaccionan retirando la publicidad, dejando de invertir en ese programa que se ha vuelto tan malo y tan feo de repente..., sacudiéndose de encima cualquier resto de contaminación.
La Noria pierde sus ingresos, su economía se desploma y se pone en duda su continuidad dado que su credibilidad está tocada gravemente. Mientras, el público, es decir, los mercados, están satisfechos de "sentir su poder" sobre los anunciantes castigando a La Noria por pasarse.
La cadena, Telecinco, (que en este caso supongamos que fuera la UE), tiene que decidir si mantener el programa La Noria (o llámese Grecia, Italia, etc... y hasta España) con sus costes y esperar a que recupere su credibilidad para que vuelvan los anunciantes, ... o bien puede decidir si lo saca de su programación...
Suponiendo que esta última opción no fuera posible por un compromiso de la cadena, lo más probable es que busquen un cabeza de turco: que se carguen al presentador, o al productor, o a alguien del equipo y pongan a otro en su lugar para calmar a los mercados y recuperar credibilidad a ver si con eso convencen a los anunciantes.
Pues así estamos: cambiando presentadores sin cambiar el trasfondo de la cuestión, el todo vale para ganar audiencia, para atraer inversores y conseguir que los mercados estén tranquilos y sigan comprando.
Por cierto, esto ya le pasó al presentador Berlusconi..., que mira tú por dónde es el dueño de Telecinco. Cosas de la vida.
Nota: Disculpen los lectores extranjeros si no entienden este post. La Noria es un programa de telebasura que se emite en España con un gran éxito de audiencia y que en sus últimas emisiones se ha excedido llegando a entrevistar a la madre de un supuesto criminal y pagando por ello, coincidiendo con la celebración del juicio por asesinato de la víctima, una niña de 14 años.
Todos los anunciantes se han retirado de dicha programación. Hasta el momento, la cadena dice que va a mantenerlo. +info
Un artículo muy clarificador para todos aquellos que no entienden lo que son los mercados, pero que se saben al dedillo la vida y sinsabores de, por ejemplo, la Esteban.
ResponderEliminarUn saludo, Juanfe.