Hace unos días en una conversación informal me preguntaron si creía que esta crisis es peor que la destapada en 2008. Sinceramente creo que no es peor, porque ya no es una crisis, es mucho más que eso, es el desmoronamiento de un sistema económico entero, empezando por el europeo.
Todos sabemos que antes de 2008 muchos inversores ambiciosos (incluso muchos bancos europeos) habían metido su dinero en unos fondos americanos valorados como “excelentes” por las agencias de calificación (las tres americanas). Los fondos resultaron ser basura vendida a precio de oro. Algunos se habían forrado a costa del engaño, pero de éstos nunca más se supo. Cuando se destapó el escándalo se habló de la necesidad de refundar el capitalismo y los políticos se dieron golpes de pecho y prometieron medidas para evitar que ésto volviese a suceder... pero no se hizo nada.
Lo urgente eclipsó a lo importante. Había que salvar a los bancos antes que nada y luego ya se vería. Este descalabro hizo que los inversores, especialmente los bancos, acumularan un volumen de pérdidas tan gordo, que pidieron socorro a los Estados para evitar su quiebra y por ende la del sistema.
Los Estados les dieron apoyo invirtiendo un dinero que no tenían previsto y por el que tuvieron que pedir prestado a “los mercados” (pagando unos intereses por ello).
Los bancos, asustados por haberse metido en un follón cogieron el dinero y cerraron las puertas. Ya no se fiaban de nadie y se acabaron los préstamos, las pólizas de crédito, la financiación de compras, etc…
Pocos años atrás, el mundo era de color de rosa para cualquiera que quisiera financiación: los bancos prestaban dinero alegremente y, tanto las administraciones como los particulares, disfrutaron de la burbuja financiera comprando casas, construyendo aeropuertos, sintiéndose ricos y gastando lo que no tenían. Cuando la crisis financiera frenó la economía y se contrajo la disponibilidad de financiación, todos ellos estaban atrapados por deudas a las que ya no podían seguir haciendo frente.
Pocos años atrás, el mundo era de color de rosa para cualquiera que quisiera financiación: los bancos prestaban dinero alegremente y, tanto las administraciones como los particulares, disfrutaron de la burbuja financiera comprando casas, construyendo aeropuertos, sintiéndose ricos y gastando lo que no tenían. Cuando la crisis financiera frenó la economía y se contrajo la disponibilidad de financiación, todos ellos estaban atrapados por deudas a las que ya no podían seguir haciendo frente.
Así fue como gente que no tenía ni idea de lo que era un fondo de inversión, ni una hipoteca subprime, vio como de la noche a la mañana el amigo del banco se convirtió en el cobrador del frac, y los medios de comunicación no paraban de hablar de lo mal que iba la economía y sus previsiones eran cada vez más negativas.
Lo cierto es que lo que no iba bien era la disponibilidad de liquidez del sistema que permitía a los particulares comprar y a las empresas financiarse para poder seguir creciendo. La liquidez la aportan los bancos pero estos, con sus cuentas siendo saneadas por los Estados, optaron por no arriesgarse y cerrar el grifo, y entonces al contrario de lo que hicieron los Estados con los bancos, que fue darles liquidez para que pudieran seguir funcionando, los bancos se la cortaron a las empresas y a los particulares… y la economía dejó de crecer, y se perdieron empleos, y aumentó el gasto social en ayudas para reactivar la economía y dar de comer a los parados, y los Estados volvieron a pedir dinero a los mercados...
Los inversores que antes invertían en bonos basura de alta rentabilidad podían ahora comprar deuda de estos países (no tan rentable como sus bonos basura, pero mucho más segura… teóricamente), pero había que hacer que los intereses fueran más atractivos, que se pudiera especular y ganar dinero a corto plazo, que es a lo que estaban acostumbrados. El perfil del inversor en deuda pública cambió radicalmente. Antes eran los conservadores, los que preferían seguridad a beneficio, ahora eran los especuladores, los que preferían el riesgo y las ganancias a corto plazo.
Entonces, las tres agencias decidieron que esa deuda de los Estados era arriesgada, que podían no devolver los préstamos como hicieron los clientes de las hipotecas subprime americanas (insolventes, parados, vagabundos, etc…) porque la economía no marchaba muy bien y sus previsiones eran cada vez más pesimistas.
Y así empezó el atraco actual: los inversores reclamaron más intereses como incentivo por el riesgo que vaticinaban las tres agencias y así cada vez que un estado emitía deuda para hacer frente a sus compromisos sociales y a sus deudas, las agencias les ponían mala nota y los intereses subían para regocijo de los inversores.
La solución que le dieron a los Estados era gastar menos y hacer recortes sociales con la promesa de que las agencias les darían mejor nota, pero a la hora de la verdad fue la población la que empezó a dar la nota: manifestaciones, quejas y revueltas sociales empezaron a sacudir Europa.
Los gobiernos se empeñaban en tratar de calmar a una fiera hambrienta que se llama mercado y que SIEMPRE va a querer más porque es su razón de ser… todos los sacrificios son pocos y cada recorte agrava el malestar, la inestabilidad, y justifica y autoriza medidas de fuerza cada vez más drásticas: recorte sanitario, ahorro en salarios, un cambio de la constitución… y quien sabe cual será el paso siguiente.
Eso sí, ni una sola medida ha frenado el afán especulador de los inversores, ni a las agencias de calificación de riesgos, ni ha aumentado la recaudación sobre los más ricos, ni ha vigilado los sueldos de los banqueros. Tampoco han afectado a los cargos políticos que votan esas medidas: siguen con sus subidas de sueldos, sus asesores, sus viajes, sus coches, sus trajes… La población, cada vez más indignada, se levanta tímidamente, pero le falta experiencia en el terreno político: hay que aprender a usar sus propias armas para poder tener voz. El movimiento del 15M perderá tirón: hacen falta medios económicos y caras concretas a las que poder mirar a los ojos para saber si mienten igual de bien que los políticos profesionales. Y lo peor de todo: no tiene apenas presencia en internet ni en las redes sociales. Estos movimientos tienen muchos ideales y pocas estrategias: o evolucionan o desaparecen.
Mientras tanto, a cada medida política de sacrifico sobre el pueblo, el mercado responde con un desdén, con una tímida sonrisa, con una ridícula subida de las bolsas antes de volver a precipitarse para recoger las ganancias. Cualquier esfuerzo es vano ante cualquier noticia del trio de agencias que vaticinarán acertadamente que todo va a ir peor. ¿Cómo no lo van a saber si prácticamente no lo vaticinan, se lo ordenan a los mercados? En medio de la crisis, las agencias han aumentado sus beneficios cerca de un 10% mientras hunden la economía de media Europa, y no pasa nada.
Hay que cortar por lo sano y por una vez, una sola vez en tres años, dar una señal a la población, no a los mercados. Hay cuatro medidas fuertes y rotundas de impacto inmediato que han sido desdeñadas por nuestros políticos porque a pesar de que aumentarían su popularidad, quizás no gustarían a los mercados… será que ya no saben quien les vota, pero sí quien les paga.
1º) Estamos sufriendo el ataque de los mercados auspiciado por tres agencias privadas: se acabó. Europa evaluará el riesgo de sus Estados con criterios objetivos y medibles y ese será el único referente para evaluar el riesgo de un país de la Eurozona. La creación de la agencia europea de calificación puede estar lista antes del verano 2012, falta saber si hay voluntad para romper este oligopolio.
2º) No se puede especular con el futuro de un país. Nadie debería hacer dinero a costa de la pérdida de calidad de vida de sus conciudadanos. Se prohíbe la especulación de las compraventas a corto plazo en bolsa. Para siempre. El dinero de la especulación no aporta riqueza al sistema, sino que se la chupa, así que a especular a otro lado.
3º) Impuesto para las grandes fortunas. En otros países lo están pidiendo los propios ricos y es lógico que sea una medida temporal. Las subidas indiscriminadas del IVA son injustas y las sufre más quien menos tiene, frenando el consumo y restando liquidez al movimiento económico. Al menos por un tiempo hagamos números y veamos cómo recomponer nuestra estructura de ingresos fiscales. Este sobre ingreso puntual lo aplicaría específicamente para pagar las deudas de la administración contraída con PYMES y autónomos. Son miles de empresas las que están asfixiadas por una administración que no paga sus deudas y sin embargo sí ayuda a la banca, una banca que no les da financiación para subsistir hasta poder cobrar. Absurdo.
4º) Ley de organización pública: Reducir estructuras públicas y establecer baremos salariales para todo cargo electo.
Presidente del gobierno: XXX mil euros y de aquí para abajo…ministros, presidentes de CC.AA., alcaldes de ciudades hasta xxx miles de habitantes y un baremo según los habitantes de cada municipio. etc…. No hacen falta municipios de menos de 5.000 habitantes salvo excepciones muy bien justificadas.
Tenemos que poder saber cuánto va a cobrar un edil, un consejero, un ministro, antes de votar y por supuesto, no pueden auto aprobarse su sueldo en un pleno.
Y seguir recortando: reducir el número de senadores y otros cargos, gastos varios, nada de comidas de representación, viajes en primera y business, etc.
Por último, algo de lo que nadie habla ni se queja: nuestra sociedad.
Se acabó engañar al sistema, trabajar en negro cobrando el paro, que los abuelos saquen medicinas gratis para toda la familia con su cartilla, que las empresas ofrezcan no hacer factura para no declarar, ensuciar, grafitear y romper mobiliario público, abusar del sistema sanitario, y cientos de triquiñuelas que vemos y oímos a diario y que algunos incluso admiran y copian.
Tenemos que ser más exigentes con quienes nos gobiernan, pero también con el comportamiento social de nuestros convecinos y el nuestro propio porque la suma de estos pequeños abusos es también un atraco y sinceramente, estoy harta de tanto ladrón suelto.
Estas son sólo algunas medidas que ayudarían a mejorar la percepción de la ciudadanía sobre la gestión política de la crisis, pero hacen mucha falta. La derivada de la crisis es la desconfianza en el sistema y en especial en la clase política. O actúan para mantener esta confianza, o la crisis financiera será tambien una crisis política que implicará enfrentamientos sociales y cambios de gobierno por toda Europa. Hay otras medidas para luchar contra la crisis un poco más detalladas en este otro post.
¿Es en esta dirección en la que queremos ir?
Si a la grave situación económica le añadimos inestabilidad política y desencanto social, tendremos los ingredientes perfectos para hacer saltar el sistema entero, y como ya dije, caerá la Unión Europea primero.
Estas son sólo algunas medidas que ayudarían a mejorar la percepción de la ciudadanía sobre la gestión política de la crisis, pero hacen mucha falta. La derivada de la crisis es la desconfianza en el sistema y en especial en la clase política. O actúan para mantener esta confianza, o la crisis financiera será tambien una crisis política que implicará enfrentamientos sociales y cambios de gobierno por toda Europa. Hay otras medidas para luchar contra la crisis un poco más detalladas en este otro post.
¿Es en esta dirección en la que queremos ir?
Si a la grave situación económica le añadimos inestabilidad política y desencanto social, tendremos los ingredientes perfectos para hacer saltar el sistema entero, y como ya dije, caerá la Unión Europea primero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario